La Torta Galesa que viajó en el tiempo: un secreto de seis generaciones

Gastronomía

La Torta Galesa que viajó en el tiempo: un secreto de seis generaciones

Un manjar de la Patagonia que se mantiene vivo gracias a una receta transmitida por seis generaciones.

En un rincón de la Patagonia, la familia detrás de Memorable resguarda un verdadero tesoro culinario: la Torta Galesa, un postre cargado de historia, tradición y sabor. Desde 1996, este emprendimiento familiar encontró en la receta de su bisabuela no solo un producto estrella, sino una forma de contar historias que unen el presente con la herencia de los primeros colonos galeses del Chubut.

La Torta Galesa nació en 1865, cuando aquellos pioneros arribaron a las costas patagónicas y dieron inicio a una tradición que se volvió emblema: una torta densa, especiada y frutada que acompañaba largas travesías, inviernos intensos y celebraciones familiares. Más de 150 años después, Memorable la sigue elaborando fiel a su receta original, sin químicos ni conservantes artificiales, respetando los procesos artesanales que le otorgan su sabor y autenticidad inconfundibles.

La preparación comienza con la maceración de frutas secas y nueces en cubas de roble francés, donde reposan durante días en una mezcla de licores, azúcar caramelizada y especias como clavo de olor, canela y nuez moscada. Luego, una cocción lenta a baja temperatura por más de dos horas sella el secreto: una torta húmeda, firme, aromática y de larga conservación natural, que incluso mejora su sabor con el tiempo.

La Torta Galesa no es solo un símbolo de la gastronomía del sur argentino: también es parte del acervo cultural galés en la Patagonia. Presente en bodas, Navidades y celebraciones de generaciones enteras, cada torta de Memorable es un puente entre pasado y presente, entre la historia de una comunidad y el paladar de quienes la disfrutan hoy.

El éxito llevó a la familia a abrir en 1998 su primera fábrica y, años más tarde, un local en Palermo (Malabia 1325, CABA). Allí, tanto porteños como turistas pueden disfrutar no solo de la torta insignia, sino también de alfajores artesanales de frutas patagónicas, elaborados bajo la misma filosofía: respeto por el origen, procesos cuidadosos y sabores auténticos.

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