La Ruta Nacional 9 es una de las más importantes de Argentina y a lo largo de su trayecto entre la Ciudad de Buenos Aires y el límite con el vecino país de Bolivia en la frontera nacional ubicada en la provincia de Salta, son cientos de lugares que recorre y miles de historias políticas, sociales, culturales y deportivas, entre otras, las que suceden en cada pueblo que conecta con otro entre el Obelisco y “La Linda”. Con el paso de los años, las mismas se reproducen y suman nuevos actores, entre los que están los turistas que viajan dentro del país recorriendo las provincias llevando su cultura y costumbres en cada aventura que emprenden y, en ellas, se nutren de otras leyendas que enriquecen las vacaciones.
En el corazón de Salta, a 197 kilómetros al sureste de la capital provincial y a 1.600 kilómetros del Obelisco porteño, se esconde una joya natural que lleva un título noble por derecho propio que, justamente, en sus límites internos no solo cuida del ecosistema, su flora y fauna, sino que, también, tiene una particular historia que bajo su nombre recuerda una antiquísima realidad que supo pasar en las tierras donde hoy se erige el Parque Nacional El Rey. El mismo protege y ampara una de las transiciones ecológicas más ricas del país, entre las Yungas y el Chaco Serrano, como así también, conecta directamente con la realeza española.
Lo que pocos saben, es que este parque recibe su nombre de una antigua finca, una prestigiosa estancia ganadera que, antes de transformarse en área protegida, fue propiedad del coronel don Juan Adrián Cornejo, un patriota salteño que recibió las tierras como reconocimiento de la Corona española por sus servicios a favor del Rey. En la estancia se criaban caballos y ganado vacuno de primera línea. Así nació la finca El Rey, cuyos dominios, décadas después, darían lugar al parque nacional homónimo, donde entre sus paisajes y tupida vegetación se pueden descubrir, en su recorrido, vestigios que dan cuenta del pasado productivo. Asimismo, conocer la historia del cedro que inspiró la creación del Parque es esencial para las bases del vergel salteño.
Así nació el Parque Nacional El Rey, creado en 1948, que protege a más de 44.000 hectáreas de selvas, bosques y pastizales. Esta área alberga una sorprendente diversidad de fauna, en la que conviven en un ambiente natural y salvaje más de 250 especies entre aves, pumas, tapires, corzuelas y, hasta pecaríes. Su ubicación estratégica lo convierte en un corredor vital para especies que migran entre ambientes selváticos y secos.
Es sin dudas un paraíso para realizar avistaje de aves y fauna en estado silvestre. La historia de esta belleza de la naturaleza cuenta que, además de su riqueza ecológica, El Rey guarda un legado cultural importante, ya que, fue allí que antiguos caminos coloniales, ruinas de viejas estancias y relatos de frontera construyen un imaginario que mezcla naturaleza y leyendas, por lo que, caminar por sus senderos es también recorrer parte de la historia de Salta y del país.
A diferencia de parques más populares como el Nahuel Huapi o los Glaciares, El Rey permanece lejos del turismo masivo. Sus senderos poco transitados, sus paisajes vírgenes y su clima cálido subtropical lo convierten en un destino ideal para viajeros que buscan experiencias auténticas y naturaleza sin intermediarios.